Clara Eugenia López Obregón – Porque la apoyo para la presidencia de Colombia


Introducción:

Este comentario, que trata con la precandidatura de la senadora y anterior alcaldesa de Bogotá, Clara Eugenia López Obregón, refleja mi opinión positiva sobre ella, posición que he tenido desde ya muchos años.  La verdad, posición que asumí desde que volví a Colombia en el 2007 después de una vida en los EE.UU.  Desde su participación en los debates presidenciales de 2014 he creído que ella era la mejor opción presidencial para Colombia y por muchas razones, aunque admiro mucho al presidente Petro y también a dos de los otros actuales precandidatos presidenciales del Pacto Histórico, Iván Cepeda y Carolina Corcho.

Clara parece especial por razones complicadas, incluso quizás incoherentes en ciertos aspectos.  De lo que entiendo, de joven, durante los años 70, fue amiga y quizás novia de Álvaro Uribe Vélez, era durante el tiempo cuando él entonces señor Uribe supuestamente era liberal.  El mismo Álvaro Uribe Vélez quien hoy en día es el mayor oponente de lo que ella ahora apoya, pero yo aspiro que, basado en ese pasado, las relaciones de ella con la derecha colombiana (odio las frases ultraderecha y ultra izquierda que solo son peyorativas) podrían ser positivas o por lo menos cordiales, aun habiendo sido ella por ya muchos años definitivamente de izquierda.  Creo que por su experiencia y forma de ser podría lograr una relación política cordial con quienes piensan diferente sin ser media tibia como el señor Fajardo o amarga como el senador Robledo y eso mucho necesitamos en Colombia para minimizar la polarización política, cívica y cultural en la cual nos encontramos.  Ademas, por su extensa trayectoria política, creo que tiene relaciones, si no siempre excelentes, por lo menos adecuadas, con muchos políticos tradicionales que sin denegar su asociación con brechas morales y éticas con respecto al abuso del poder para su propio beneficio, siguen esenciales para lograr reformas importantes, como lastimosamente ha descubierto (o debe haber descubierto) el Presidente Petro.  Lo anterior, en mi opinión, la hace la mejor candidata para lograr el éxito no solo en las próximas elecciones, ampliando en forma importante el anticipado “Frente Amplio”, pero en la gobernanza esencial que necesitaría lograr si su campaña fuera exitosa.  Pero, ademas de esos temas pragmáticos, creo que es la persona más preparada que tenemos en Colombia para enfrentar y resolver en forma positiva los numerosos retos que nos enfrentan.  A diferencia con otros precandidatos nobles y sinceros, Clara es multidimensional en su experiencia, conocimiento y enfoque.

Biografía

Entonces, echémosle una mirada, aunque superficial, a su trayectoria cívica y política.  Datos extensos y específicos al respecto no serán difíciles encontrar.  De acuerdo a Wikipedia, una fuente de poca confianza con respecto a muchas cosas pero, en este caso, pareciéndose neutral, ella quedó huérfana muy joven pero fue “adoptada política y familiarmente” por el líder político liberal Alfonso López Michelsen, presidente de Colombia entre 1974 y 1978 y el primo de su padre.  Ella estudió economía en la Universidad de Harvard y, posteriormente, se licenció en derecho en la Universidad de los Andes.  En la actualidad, es candidata a doctorado en derecho tributario y financiero en la Universidad de Salamanca. 

Durante su estadía en Harvard, se involucró activamente en protestas en contra de la incursión de los Estados Unidos en Vietnam e inicio un cambio filosófico desde sus raíces en el progresismo liberal hacia la izquierda, llegando a entender realidades sobre esa potencia del norte que por tanto tiempo nos ha dominado con desprecio, y que tanto daño nos ha hecho, algo que en los últimos días el señor Trump ha hecho más claro que nunca.  Por eso, a diferencia de mucha de la clase política en la cual nació, ella no ha vendido sus valores y su persona por los beneficios económicos personales con los cuales la oligarquía estadounidense compra la lealtad de tantos líderes en nuestro continente.

Regresó a Colombia en 1974 aceptando un cargo en la Secretaría Económica de la presidencia de Colombia, presidencia ocupada en ese tiempo por su mentor, el liberal Alfonso López Michelsen, movimiento en el cual inicialmente milito pero que abandonó en forma permanente en 1979, al parecer, reaccionando en forma muy inesperada con respecto a una disputa entre los expresidentes López Michelsen y Carlos Lleras Restrepo, irónicamente tomando el lado ideológico a favor de Lleras Restrepo y su pupilo Luis Carlos Galán Sarmiento.  Por lo tanto, se inscribió en el Nuevo Liberalismo, movimiento fundado por Galán y el exalcalde de Neiva, Rodrigo Lara Bonilla.

Como militante en el Nuevo Liberalismo fue elegida concejal y eventualmente presidenta del concejo distrital en Bogotá, eso durante los años 80 y, posteriormente, fue elegida contralora distrital de Bogotá. En el Nuevo Liberalismo apoyó la candidatura presidencial de Carlos Galán en 1982 (no obstante la posición contraria de su anterior benefactor y mentor Alfonso López) pero en 1986 cambio su perspectiva y afiliación política, moviéndose más hacia la izquierda política y salió del Nuevo Liberalismo para afiliarse con la Unión Patriótica desde la cual, en oposición a la candidatura presidencial de Galán en 1986, apoyó a Jaime Pardo Leal quien quedó en tercer lugar en esa contienda antes de ser asesinado en 1987.  En 1988, por primero vez, se lanzó como candidata a la alcaldía de Bogotá bajo la bandera de la Unión Patriótica, elección que fue impactada en forma irónica por el secuestro del candidato que resultó exitoso, quizás por haber sido secuestrado y liberado, el candidato conservador y conocido periodista, Andrés Pastrana Arango, apoyado por su padre, el expresidente Misael Pastrana.

1990 fue un año desastroso para la izquierda colombiana y, en realidad, para toda Colombia.  Bernardo Jaramillo Ossa, el candidato de la Unión Patriótica apoyado por Clara para la presidencia fue asesinado en abril de 1990, después del asesinato de Luis Carlos Galán en agosto de 1989 y antes del asesinato de Carlos Pizarro, también en abril de 1990.  Traumatizada políticamente, como se encontraba gran parte del país, Clara se alejó de la política por casi una década, dedicándose a la academia y respaldando a las ambiciones políticas de su esposo, Carlos Romero, como concejal.  En 2002 volvió a involucrarse en temas de gobernanza cuando fue nombrada Auditora General de Colombia por el entonces presidente, su viejo pretendiente, Álvaro Uribe Vélez, función que ejerció por tres años hasta que se vio obligada a denunciar ante la Corte Suprema de Justicia de Colombia la posible infiltración de organizaciones armadas ilegales de extrema derecha en el Estado Colombiano, eso después de que Salvatore Mancuso, el exjefe máximo de la Autodefensas Unidas de Colombia, dio a conocer que al menos el 35% de los miembros del actual Congreso de la Republica eran aliados suyos. Esa denuncia de Clara dio inicio al proceso investigativo que adelantaría el supremo tribunal, y que derivaría en un proceso judicial que desató un escándalo político en Colombia conocido como la Parapolítica.

Encontrándose ya estigmatizada por el “uribismo” decidió volver a involucrarse en la contienda electoral apoyando la nueva conglomeración política de izquierda, el Polo Democrático Alternativo, partido por el cual aspiró a la Cámara de Representantes en 2006, perdiendo curul por poco más de cien votos.  Por un tiempo después de esa campaña considero una nueva campaña para la alcaldía de Bogotá pero decidió  apoyar la candidatura de Samuel Moreno Rojas quien, como a tantos otros, la engaño por un tiempo con respecto a su falta de ética, algo demostrada por su rol en el denominado Carrusel de la contratación y que resulto en su destitución como alcalde.  Para Clara eso fue una gran decepción pero, a la vez, una gran oportunidad de aprendizaje. 

Como importante asesora en la campaña de Samuel Moreno Rojas Clara fue designada como Secretaria de Gobierno en la nueva administración municipal bogotana lo cual requirió que su esposo, Carlos Romero, renunciara a su escaño en el Concejo de Bogotá.  Como Secretaria de Gobierno, llego a denunciar el caso de “falsos positivos” en la supuesta guerra uribista en contra de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (las FARC) y otros movimientos insurgentes, caso en el cual, para recibir “comisiones” por cada insurgente “eliminado”, táctica sugerida por los gobiernos de George W. Bush y Barak Obama en los EE.UU., miembros de las fuerzas públicas colombianas capturaban a jóvenes inocentes, disfrazándolos de insurgentes para entregar sus cadáveres en cambio recompensas.  En específico, la investigación en la cual participo Clara trató con 19 jóvenes que figuraban desaparecidos y que fueron ingresados por el ejército a medicina legal en la ciudad de Ocaña, Norte de Santander, como muertos en combate.  El resultante escandalo a nivel nacional e internacional culminó con la destitución de 27 oficiales del ejército por su involucramiento en el asesinato de más de tres mil jóvenes inocentes en diversas regiones de Colombia.

Clara ocupó la Secretaría Distrital de Gobierno hasta el 10 de marzo de 2010, fecha en la que fue escogida como fórmula vicepresidencial de Gustavo Petro para las elecciones presidenciales de 2010 en las que alcanzaron más de un millón trescientos mil votos, pero no resultaron elegidos.  Tras la renuncia de Jaime Dussán Calderón a la presidencia del Polo Democrático, el Comité Ejecutivo del partido la proclamó unánimemente como nueva presidenta de esa colectividad, cargo que asumió en abril de 2010. Renuncio a ese cargo temporalmente en junio de 2011 porque, habiendo brotado el escándalo de la corrupción de la administración municipal y la resultante destitución de Samuel Moreno Rojas como alcalde, ella fue escogida el 8 de junio de 2011 por el entonces presidente de la Republica, Manuel Santos, para remplazar a Moreno como alcaldesa encargada, un reto que parecía desagradable e imposible y con desastrosas implicaciones para un futuro político.  Bogotá se encontraba política y económicamente ahogada, después de tres años, solo el 15% del presupuesto se había ejecutado y la confianza de los bogotanos en su gobierno era solo del 7%.  Pero Clara y su equipo lograron milagros.  Aunque solo se esperaba que mantuviera el cargo por solo tres meses, se amplió su periodo hasta el primero de enero de 2012 y su rendimiento fue inesperadamente excelente, tan productivo como el de Moreno había sido desastroso.  En su discurso de posesión prometió que defendería el patrimonio de los ciudadanos rechazando la privatización de la Empresa de Telecomunicaciones de Bogotá ETB, pero también preservando para los ciudadanos en su conjunto los otros bienes distritales.  Dirigiéndose al escándalo del denominado carrusel de contratación municipal, prometió transparencia en la firma de contratos y licitaciones.​ De acuerdo a la encuesta Gallup, entro a su cargo en un ambiente de desconfianza total con una aprobación minúscula para salió de su cargo apoyada por el 76% de los ciudadanos, la más amplia aprobación registrada hasta entonces para la alcaldía de Bogotá.  Entre sus numerosos logros se destacaron el plan decenal de agua que por primera vez otorgó de manera gratuita el mínimo vital a las familias más pobres de la capital, el subsidio al transporte público para las personas con discapacidad y sus cuidadores y la expedición de decreto de participación incidente de los ciudadanos en la confección de los planes y programas del gobierno de la ciudad.  Cuando entro a su cargo, después de tres años solo se había ejecutado el 15% del presupuesto municipal autorizado, cuando lo entrego, se había ejecutado, en solo ocho meses, el 95%.[1]

Luego de su rol como salvadora de Bogotá, Clara volvió a las contiendas electorales primero, como la candidata del Polo Democrático para la presidencia de Colombia en las elecciones del 2014 donde obtuvo casi dos millones de votos y ocupó la cuarta posición, y luego, como candidata a la Alcaldía de Bogotá en representación del Polo Democrático, la Unión Patriótica y el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS).  

No fue exitosa en esa elección pero el 25 de abril de 2016, Clara fue designada por el presidente Juan Manuel Santos, a quien había apoyado en segunda, como Ministra de Trabajo, cargo que ocupó hasta el 5 de mayo de 2017 cuando renuncio para participar en las elecciones presidenciales de 2018.  Desde el 20 de julio de 2022 ha sido senadora de la Republica.  Además de lo anterior, ha sido profesora de la Universidad del Rosario y Universidad de los Andes.

De nuevo, precandidata a la presidencia

En 2025, Clara confirmó su precandidatura presidencial para las elecciones de 2026 postulándose a través de la coalición política “Unitarios” conformado por cerca de 15 partidos que se presenta como un complemento fraterno al Pacto Histórico.  La meta de su campaña es participar en la consulta del “Frente Amplio” en marzo de 2026. En esa consulta se enfrentarían precandidatos como Roy Barreras, Camilo Romero y la figura que finalmente designe el Pacto Histórico (probablemente o Carolina Corcho o Iván Cepeda), su objetivo siendo la continuación de la transformación iniciada por Gustavo Petro.

En lo personal, no soy miembro del partido político Colombia Humana o del nuevo partido unificado, el Pacto Histórico, aunque a ambos los he asesorado y creo en sus ideales.  No soy “petrista” aunque conozco y apoyo a Gustavo Petro porque esa frase huele demasiadamente al caudillismo en el cual ni él ni yo creemos.  Para mí, como analista político, me es importante ser independiente de organizaciones políticas donde la ética insiste que cada miembro debe acatar a las decisiones colectivas.  Estoy muy de acuerdo con las políticas que la administración actual ha propuesto y por las cuales ha luchado, aunque sin el éxito que merecen, pero me ha preocupado la falta de dirección política personal por parte del presidente, algo que me parece esencial en negociaciones directas con la oposición y hasta con aliados, roles que han asumido diversas personas en formas algo incoherentes.  No obstante esa observación, entiendo que dada la histórica corrupción de nuestros líderes políticos, burócratas, empresarios y medios de comunicación, lograr los cambios transcendentales requeridos para crear la sociedad justa, eficiente e igualitaria que merecemos los colombianos es un tema muy complicado y, en última instancia, parece requerir intervención ciudadana por medio de una nueva constituyente, algo con el cual el presidente Petro y Clara están de acuerdo.  Mi perspectiva con respecto a la constitución colombiana es mucho más drástica que la de ellos, algo sobre cual circulé hace un tiempo un artículo “Porque Colombia ha requerido un nuevo Constituyente desde el 1991”.  Yo creo que los defectos constitucionales son tan profundos que requieren una revisión total de la Constitución de 1991, una constitución larguísima, llena de promesas incumplibles e instituciones incoherentes y en la cual, en importantes partes, los sujetos no son los ciudadanos sino los partidos políticos.  Como ejemplo de lo último solo hay que entender que la prohibición a lo doble militancia les prohíbe a los supuestos representantes del Pueblo votar su conciencia, en vez, siendo legalmente forzados a votar como deciden sus partidos.  En base de lo último, las reformas esenciales propuestas por el actual gobierno para eliminar corrupción y lograr sistemas de salud, pensión, medicina, trabajo, tributo, etc., justos y eficientes han sido derrotadas.

No obstante esa perspectiva compartida sobre la necesidad de una reforma constitucional, no estoy de acuerdo con la manera en la cual Clara cree que se debe implementar una constituyente, eso siendo por medio de democracia directa utilizando tecnologías novedosas para coordinar los esfuerzos.  Pero eso es lo único con lo cual no estoy de acuerdo en las propuestas de Clara.  Me encantaria si fuera posible pero coordinar treinta millones de participantes me parece una tarea imposible, en especial cunado trata con temas tan complicados que requieren conocimiento supremamente complejo sobre derecho, teorías constitucionales, economía, política comparada e historia.

Entonces, ¿por qué no los otros dos precandidatos que también mucho admiro?

Carolina Corcho es una brillante y ética persona con experiencia en temas cívicos y profundo conocimiento sobre el disfuncional sistema de salud colombiana pero carece de experiencia electoral y ejecutiva y todavía es algo unidimensional en su experticia.  Ademas, creo que para ella sería difícil interactuar en forma eficiente con fuerzas políticas y económicas opositoras a las reformas en las cuales ella, como Clara, como Iván Cepeda y como el presidente Petro creen.  Iván Cepeda ha sido entre los mejores legisladores de nuestro país con impecable trayectoria en la lucha contra la corrupción y por la paz, lo admiro enormemente y lo quiero.  Pero carece de experiencia administrativa y ejecutiva y el uribismo y sus aliados son sus enemigos mortales, lo odian aún más que odian al presidente Petro, entonces gobernar en forma exitosa sería difícil, quizás imposible.

Eso deja a Clara que lo tiene todo, la experiencia tanto electoral como administrativa habiendo sido ministra, alcaldesa y senadora, ella tiene los ideales que admiro, los cuales comparte con Carolina e Iván y con el presidente y, tiene la posibilidad de interactuar en forma positiva con diversas corrientes políticas para crear una coalición amplia capaz de implementar importantes reformas.  Como Carolina e Iván, es brillante y ética y progresista, pero con mayor capacidad de unirnos y de minimizar la polarización que tan horriblemente nos infecta. 

Por eso la apoyo.[1]


[1] Por la necesidad de circular esta reflexión en forma expedita, no se ha logrado revisarla en temas de estilo, etc., por lo cual se solicita disculpas.

_______

© Guillermo Calvo Mahé; Manizales, 2025; todos derechos reservados.  Permiso para compartir con atribución.

Guillermo Calvo Mahé es escritor, comentarista, analista político y académico residente en la República de Colombia. Aspira ser poeta y filósofo empírico y a veces se lo cree.  Hasta el 2017 coordinaba los programas de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Autónoma de Manizales. En la actualidad, participa en entrevistas radiales y televisadas, foros, seminarios y congresos cívicos y edita y publica la revista virtual, The Inannite Review disponible en Substack.com/.  Tiene títulos académicos en ciencias políticas (del Citadel, la universidad militar de la Carolina del Sur), derecho (de la St. John’s University en la ciudad de Nueva York), estudios jurídicos internacionales (de la facultad posgrado de derecho de la New York University) y estudios posgrado de lingüística y traducción (del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de la Florida).  Sin embargo, también es fascinado por la mitología, la religión, la física, la astronomía y las matemáticas, especialmente en lo relacionado con lo cuántico y la cosmogonía.  Puede ser contactado en guillermo.calvo.mahe@gmail.com y gran parte de su escritura está disponible a través de su blog en https://guillermocalvo.com/.


[1] Datos obtenidos desde el artículo sobre Clara López disponible en Wikipedia (https://es.wikipedia.org/wiki/Clara_L%C3%B3pez) revisado el 18 de octubre de 2015.

Leave a comment